¿De qué llenarlo? Miren, no paramos de oír en los medios de comunicación frases como: "En una sociedad cada vez más competitiva..." o "el hombre es un lobo para el hombre" o "el hombre es malo por naturaleza"... y yo no puedo nada más que indignarme, porque estas afirmaciones no solo son mentira, sino que han calado en nuestra conciencia y nos las hemos creído. El mundo funciona porque todo los demás dan un poco de sí mismos por el bien del resto, lo hacemos sin darnos cuenta, lo que pasa es que lo hemos olvidado. (O nos lo han hecho olvidar). No hablo de una especie de contrato social como planteaba Rousseau, (Dios me libre de suscribir las palabras de este misógino contradictorio), hablo de un pacto más antiguo que la propia civilización. Un pacto que no se firmó, sino se cumplió desde el principio. ¿Cómo podría entenderse una carrera como la de Medicina sin que esto que les digo sea cierto? Recibimos asistencia médica aunque no hayamos estudiado medicina porque otras personas asumen ese compromiso mientras nosotros asumimos otro que un día puede ayudarle a ellos y así con todos los oficios, profesiones y carreras que existen todos los días del año. Disponemos de tecnología que no sabemos fabricar, activamos un interruptor y tenemos luz sin saber nada de física. ¿Cómo se entiende esto si no es por un gran contrato invisible que todos hemos asumido? De este modo, el conocimiento ya no es solo acumulativo, sino universal, así todos eligen una vocación, y, salvo parásitos trepas, políticos corruptos o especuladores feroces, todos trabajan por algo más que lo que vale su propio trabajo. Es como la plusvalía, pero no hay explotadores ni explotados, aquí no se puede pagar con dinero. La plusvalía en este caso es que la parte del trabajo de estos profesionales que es imposible pagar con dinero, ellos la entregan al mundo por amor a su profesión: maestros, periodistas, médicos, artistas, jardineros... Saben que se deben a su mundo. Todas las personas merecen poder explotar y dar forma a su vocación, están en juego los medicamentos del futuro, los que sanarán a nuestros hijos, nuevas vacunas, carreteras, puertos, formas de comunicación, en definitiva, esperanza. ESPERANZA. Así que no me vuelvan a preguntar, ni entorpezcan a nadie que esté luchando por ello, por qué queremos salvar la universidad pública, nos va, literalmente, la vida en ello.
jueves, 6 de diciembre de 2012
LIBRE Y GRATUITA
¿De qué llenarlo? Miren, no paramos de oír en los medios de comunicación frases como: "En una sociedad cada vez más competitiva..." o "el hombre es un lobo para el hombre" o "el hombre es malo por naturaleza"... y yo no puedo nada más que indignarme, porque estas afirmaciones no solo son mentira, sino que han calado en nuestra conciencia y nos las hemos creído. El mundo funciona porque todo los demás dan un poco de sí mismos por el bien del resto, lo hacemos sin darnos cuenta, lo que pasa es que lo hemos olvidado. (O nos lo han hecho olvidar). No hablo de una especie de contrato social como planteaba Rousseau, (Dios me libre de suscribir las palabras de este misógino contradictorio), hablo de un pacto más antiguo que la propia civilización. Un pacto que no se firmó, sino se cumplió desde el principio. ¿Cómo podría entenderse una carrera como la de Medicina sin que esto que les digo sea cierto? Recibimos asistencia médica aunque no hayamos estudiado medicina porque otras personas asumen ese compromiso mientras nosotros asumimos otro que un día puede ayudarle a ellos y así con todos los oficios, profesiones y carreras que existen todos los días del año. Disponemos de tecnología que no sabemos fabricar, activamos un interruptor y tenemos luz sin saber nada de física. ¿Cómo se entiende esto si no es por un gran contrato invisible que todos hemos asumido? De este modo, el conocimiento ya no es solo acumulativo, sino universal, así todos eligen una vocación, y, salvo parásitos trepas, políticos corruptos o especuladores feroces, todos trabajan por algo más que lo que vale su propio trabajo. Es como la plusvalía, pero no hay explotadores ni explotados, aquí no se puede pagar con dinero. La plusvalía en este caso es que la parte del trabajo de estos profesionales que es imposible pagar con dinero, ellos la entregan al mundo por amor a su profesión: maestros, periodistas, médicos, artistas, jardineros... Saben que se deben a su mundo. Todas las personas merecen poder explotar y dar forma a su vocación, están en juego los medicamentos del futuro, los que sanarán a nuestros hijos, nuevas vacunas, carreteras, puertos, formas de comunicación, en definitiva, esperanza. ESPERANZA. Así que no me vuelvan a preguntar, ni entorpezcan a nadie que esté luchando por ello, por qué queremos salvar la universidad pública, nos va, literalmente, la vida en ello.
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