lunes, 1 de febrero de 2010

los domingos por el mitin me abandonas

Como mi padre, muchos de ustedes sufren con estoica resistencia, los continuos desaires de La Unión Deportiva Las Palmas, y es que por muy mal que juegue, nunca dejará de ser como el hijo pródigo de una generación que lleva al equipo  amarillo bien incrustado en el corazón. Esto mismo les pasará a muchas personas con muchos otros equipos del mundo. El fútbol no lo podemos elegir, ni cambiar en la mayoría de las ocasiones, sólo seguirlo, como quien sigue los resultados de la lotería primitiva que ha jugado esa misma mañana. Sin embargo, el valor que le damos al fútbol, a sus lesionados, a sus árbitros injustos, a sus penaltis, a sus sanciones severas, es bastante considerable. Los periodistas deportivos, a nivel regional y nacional hacen balances y resúmenes serios, y son muy duros a la hora de juzgar a los entrenadores y jugadores cuando se equivocan e incluso cuando les entrevistan, por la noche en diferentes emisoras de radio, les someten a un cuestionario tal, que a veces pienso que ni yo misma podría aguantarlo. Un entrenador cuyo equipo pierda tres partidos, tiene los días contadísimos y la presión mediática puede hundirle la autoestima si este no está lo suficientemente preparado. Fue hace varias noches escuchando uno de estos programas deportivos cuando a punto de dormirme tuve una reflexión: ¿No sería maravilloso que la gente, se tomara la política como se toma el fútbol? Y no me refiero a la política en el amplio sentido de la palabra sino la política como lo que es, una parte importante de nuestras vidas. Creo que sería positivo que hubiera periodistas que diariamente sometieran a una rigurosa discusión las acciones de cada político a nivel regional o nacional, incluso mundial y que la gente asistiera a los debates del estado de la nación, o a los plenos municipales en tropel, agotando en pocos segundos todas las localidades…Que en los bares, discutieran sobre la aprobación de leyes que afectan a su jubilación o a las decisiones de sus hijas adolescentes… y que en vez de gritar “¡canarión el que no bote!”, gritaran: “¡canarión el que no vote!”, como una forma cariñosa de hacer sentir mal a los que no quieren votar ni botar… Ya les digo que a esta idea no le falta ensoñación pues lo pensé a unas horas en que ya me estaba quedando dormida, pero lo mejor de esta utopía es que acabaría con casi todos nuestros problemas, y será el mismo día en que los políticos dejen de tratarnos como a ignorantes, y el día en que dejen de hacernos creer que las decisiones que toman y los presupuestos que aprueban no tienen que ver directamente con nosotros. Y lo cierto es que si tienen que ver, tanto o más que el fútbol. No querer estar informados de lo que hacen por estar “desencantados” es lo que les da impunidad suficiente para hacer lo que les da la gana con nuestra vida, nuestro dinero, nuestros parques, etc. Quizá la crisis que atraviesa la política y el motivo por el que ya nadie se quiere creer nada, es que ya ni siquiera los que juegan de titulares sienten los colores…