lunes, 12 de octubre de 2009

El patio del mundo

Cuando era pequeña, veía una serie llamada la Banda del Patio, que hace poco, después de tanto tiempo ha vuelto a sorprenderme. Fue cuando hacía zapping con esa expresión en la cara que tenemos todos cuando hacemos zapping, esperando algo de la vida. Entonces me tropecé con uno de los capítulos mas impresionantes que de ella se hicieron. Es en el que las chicas populares del colegio, asignan al azar un número del uno al diez a sus compañeros, en función de cómo les caía la persona numerada, o su grado de belleza. En todo caso se basaron en factores arbitrarios que no atendían a ninguna lógica, (si que existe alguna lógica en numerar a las personas si no es la de organizarles de alguna manera). Cuando las chicas populares repartieron los números, los que tenían una numeración de más de cinco se pusieron muy contentos, intentando mejorar, orgullosos de sí mismos. Los que obtuvieron una puntuación de nueve o diez, se mostraron felices, incluso prepotentes, cambiando su círculo de amistades por otro en los que sus miembros fueran de sobresaliente. Pero el caso de los suspendidos fue diferente. Éstos se deprimieron y apartaron del resto, preguntándose todo el tiempo ¿Por qué?
Entonces entró en acción el protagonista de la serie, T.J Deetweiler que siempre en su lucha por establecer la justicia en el patio del colegio, (y no muy contento con su puntuación) decide repartirles a todos los chicos y chicas el número diez. Y les grita: ¡Todos somos iguales! , ¡Nadie nos puede pisar ni decidir por nosotros!.
A priori todos parecían contentos, todos tenían un diez, y ahora, todos eran sobresalientes. Pero sucedió algo curioso: No eran felices. No eran capaces de funcionar, siendo todos iguales y sobresalientes. Pensé en esto. Pensé, en lo que hace en nuestra sociedad que unos sean notables y otros insuficientes. Tienen que haber pocas personas privilegiadas para que su privilegio tenga sentido y tienen que haber oprimidos que aspiren a llegar a ser privilegiados. Lo extraño no es que los del diez no se quejen sino que los que tengan poca puntuación se hayan resignado. Todas estas dudas las iré resolviendo a título personal, pero una cosa está clara: todos los privilegios de que disfrutan unos y carecen otros, en la sociedad como en el patio del colegio, han sido dados de forma arbitraria. Reflexionen. (Aunque se les quede esa cara que a todos se nos queda cuando reflexionamos, como si esperásemos algo de la vida).