jueves, 6 de diciembre de 2012

LIBRE Y GRATUITA

Mi profesor de antropología en primero de Historia, se pasó todo un semestre preguntándonos: ¿Qué es lo que nos hace humanos? Creó una expectación eterna hasta final de curso  y por si acaso me decepcionara la respuesta yo me puse a pensar... y al cabo de un tiempo llegué a la conclusión de que es ese lado que tenemos, el que parece que nos sobra, el que nos pasamos la vida buscando dónde colocar y nos provoca que vayamos al psicoanalista a decirle: "Me siento vacío, lléneme", ése vacío es el que nos hace humanos.

 ¿De qué llenarlo? Miren, no paramos de oír en los medios de comunicación frases como: "En una sociedad cada vez más competitiva..." o "el hombre es un lobo para el hombre" o "el hombre es malo por naturaleza"... y yo no puedo nada más que indignarme, porque estas afirmaciones no solo son mentira, sino que han calado en nuestra conciencia y nos las hemos creído. El mundo funciona porque todo los demás dan un poco de sí mismos por el bien del resto, lo hacemos sin darnos cuenta, lo que pasa es que lo hemos olvidado. (O nos lo han hecho olvidar). No hablo de una especie de contrato social como planteaba Rousseau, (Dios me libre de suscribir las palabras de este misógino contradictorio), hablo de un pacto más antiguo que la propia civilización. Un pacto que no se firmó, sino se cumplió desde el principio. ¿Cómo podría entenderse una carrera como la de Medicina sin que esto que les digo sea cierto? Recibimos asistencia médica aunque no hayamos estudiado medicina porque otras personas asumen ese compromiso mientras nosotros asumimos otro que un día puede ayudarle a ellos y así con todos los oficios, profesiones y carreras que existen todos los días del año. Disponemos de tecnología que no sabemos fabricar, activamos un interruptor y tenemos luz sin saber nada de física. ¿Cómo se entiende esto si no es por un gran contrato invisible que todos hemos asumido? De este modo, el conocimiento ya no es solo acumulativo, sino universal, así todos eligen una vocación, y, salvo parásitos trepas, políticos corruptos o especuladores feroces, todos trabajan por algo más que lo que vale su propio trabajo. Es como la plusvalía, pero no hay explotadores ni explotados, aquí no se puede pagar con dinero. La plusvalía en este caso es que la parte del trabajo de estos profesionales que es imposible pagar con dinero, ellos la entregan al mundo por amor a su profesión: maestros, periodistas, médicos, artistas, jardineros... Saben que se deben a su mundo. Todas las personas merecen poder explotar y dar forma a su vocación, están en juego los medicamentos del futuro, los que sanarán a nuestros hijos, nuevas vacunas, carreteras, puertos, formas de comunicación, en definitiva, esperanza. ESPERANZA. Así que no me vuelvan a preguntar, ni entorpezcan a nadie que esté luchando por ello, por qué queremos salvar la universidad pública, nos va, literalmente, la vida en ello.

sábado, 2 de junio de 2012

RECONSIDERARLO

Es mejor no pensar, dicen. En el hambre en el mundo, en los indigentes que encuentras a tu paso, en lo que lleva dentro la comida que te comes "el azúcar refinado es lo peor", en los políticos corruptos "si todos son iguales", en la crisis de valores "lo que hace falta en este mundo es sentido común" dijo con sus nikes made in mano de obra infantil barata...Y pensando en esto comprendí por qué en España gusta tanto el fútbol y sin complejos : PORQUE NO NOS COMPROMETE A NADA. Porque nos da el derecho a quejarnos, a gritar, a indignarnos, incluso a insultar a un arbitro o a un entrenador a quienes no conocemos de nada y que nunca escucharan nuestras súplicas y que pensemos lo que pensemos de ellos, van a estar ahí por unos intereses sobre los que no tenemos poder. Barra libre de gritos, no es nuestra culpa, luego, no es nuestra responsabilidad. Hemos aprendido a no mojarnos, a vivir deprisa y con miedo, nos hemos creido una quimera universal, que la vida es eterna, que no importan las horas...Son tiempos de union y compromiso, de volver a reconsiderarlo, de comer despacio, brindar por todo, de mirar tu sonrisa y saber que no todo está perdido, es tiempo de mojarse. Merece la pena.